El juego como herramienta de desarrollo en niños con discapacidad
- cecamilo6
- 26 sept
- 3 Min. de lectura
“Puedes aprender más de una persona en una hora de juego que en un año de conversación”.— Platón

Cuando hablamos de juego, solemos pensar únicamente en una actividad recreativa y placentera. Sin embargo, el juego va mucho más allá: constituye un espacio en el que el cerebro aprende de manera natural y activa. Diversos estudios en neurociencias confirman que es un detonante eficaz de emociones, recuerdos y asociaciones, permitiendo transformar conceptos complejos y abstractos en aprendizajes accesibles.
El juego favorece el desarrollo motor, comunicativo, socioafectivo y cognitivo. A través de él nos descubrimos como individuos, exploramos el mundo, adquirimos habilidades y cultivamos valores.
Juego y discapacidad: un espacio de inclusión
Ahora bien, si el juego forma parte del desarrollo evolutivo esperado, cabe preguntarse: ¿qué impacto tiene en la población con discapacidad? ¿Se esperan beneficios similares? ¿Pueden los niños con discapacidad desarrollar un juego funcional?
La respuesta es sí. El juego no está limitado únicamente a una población neurotípica. Las personas con discapacidad también pueden disfrutar de sus beneficios, siempre que existan adaptaciones y acompañamiento adecuados.
Beneficios del juego adaptado
En contextos educativos y clínicos, el juego se convierte en una herramienta valiosa para favorecer la adquisición de nuevos aprendizajes. Al estar acompañado de placer y satisfacción, el componente lúdico permite que los niños prueben, exploren y asuman el error sin miedo, lo que facilita mejorar mientras disfrutan el proceso.
De esta manera, el juego se convierte no solo en un medio de entretenimiento, sino en un recurso terapéutico y pedagógico que potencia la inclusión y el desarrollo integral de cada niño.
Juego adaptable en casa en función del aprendizaje
Muchas familias suelen preguntarse: ¿Qué actividades puedo realizar con mi hijo en casa? ¿Cómo aprovechar sus juguetes y materiales didácticos para fomentar el aprendizaje?
La respuesta no es única, ya que cada niño tiene necesidades particulares y requiere adaptaciones específicas. Sin embargo, existen recomendaciones generales que pueden orientar a las familias según la etapa de desarrollo:
De 0 a 2 años
En esta edad es importante estimular a través de juegos sensoriales y de interacción con las personas:
· Juegos de rastreo visual y auditivo con objetos llamativos.
· Actividades de permanencia del objeto (esconder juguetes bajo un paño y volverlos a mostrar).
· Juegos de imitación como cantar, aplaudir, rodar una pelota o tocar instrumentos sencillos (xilófono, maracas).
Estas experiencias fortalecen habilidades cognitivas, sociales y comunicativas, además de favorecer el vínculo afectivo.
De 2 a 6 años
En esta etapa los niños disfrutan del juego simbólico y creativo. Puedes:
· Usar personajes favoritos (superhéroes, muñecas, animales) para enseñar rutinas de higiene, control de esfínteres o normas sociales.
· Recrear situaciones cotidianas que ayuden a trabajar la gestión emocional.
· Introducir juegos de roles que estimulen la imaginación y la comprensión del entorno.
De 6 años en adelante
Aquí se recomienda introducir juegos con reglas y actividades cooperativas:
· Juegos de mesa para practicar turnos, respeto por las normas y trabajo en equipo.
· Dinámicas grupales que promuevan la cooperación y la resolución de conflictos.
Actividades educativas en casa
Para favorecer el aprendizaje escolar, puedes usar recursos simples y de bajo costo:
· Pictogramas o tarjetas con letras, números, colores y acciones para fomentar el reconocimiento y la asociación.
· Juegos de circuito motor para estimular coordinación, equilibrio y lateralidad.
· Material reciclado: clasificar tapas de botellas por color o forma, ensartar palitos en plastilina o botellas, construir figuras con cajas y papeles.
En conclusión, el juego no es un simple pasatiempo, es una herramienta poderosa de aprendizaje, inclusión y desarrollo integral. En los niños con discapacidad, el juego adquiere un valor aún mayor, pues les permite explorar el mundo, fortalecer sus habilidades y participar en experiencias significativas que potencian su autonomía. Adaptar las actividades a cada etapa y necesidad no solo favorece el proceso educativo, sino que también fortalece el vínculo familiar y social. Recordemos que, cuando un niño juega, no solo se divierte: también aprende, crece y encuentra nuevas formas de ser y estar en el mundo.
Juliett Ortiz Vidal
Psicóloga
CE CAMILO





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